miércoles, 30 de noviembre de 2016

"Un libro asombroso"

Por  Carlos Vela

“Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Sal 119:18). En esta oración el salmista está rogándole a Dios que le permita ver y deleitarse en las “maravillas” que se encuentran en su Palabra. Pero, ¿a qué se refiere el salmista con el término “maravillas”? En base a su definición dicho término se utiliza para describir algún suceso o caso extraordinario que es capaz de desencadenar nuestra admiración.
Lo cierto es que la Palabra de Dios debería maravillarnos el tiempo entero. La Biblia nos presenta el hecho más extraordinario jamás contado, el Dios omnipotente y eterno, creador del universo, toma nuestra forma para entonces obedecer completamente sus propias demandas y morir en nuestro lugar, rescatándonos así del problema que tiene a toda la humanidad muerta y sin esperanza, el pecado. Sin embargo, la más triste realidad es que, frecuentemente, cuando leemos su Palabra, nuestros corazones experimentan de todo menos admiración y asombro.
El salmista sabía por un lado, que el problema de ello no residía en el libro que tenía delante, sino en que, a causa de su propio pecado, los ojos de su corazón permanecían cerrados delante de tan asombrosas verdades; por otro, creía firmemente que Dios podía mostrarle la gloria de la persona y la obra de Jesús a través de su Palabra, despertando una profunda admiración hacía Él. ¡Hermano, cada vez que te acerques a la Palabra ora para que el Espíritu de Dios abra tus ojos para maravillarte de Cristo, no existen verdades más asombrosas en ningún otro libro!

lunes, 28 de noviembre de 2016

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