lunes, 28 de abril de 2014

La torre de Siloé

Predicación  del domingo 27 de abril de 2014    
Pastor Pedro Blois  
Lucas 13:1-9          

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  La torre de Siloé       

Nuestro padre fue un jardinero




Por Pedro Blois.        

Cuando Dios creó a Adán, le dispuso como hogar un jardín llamado Edén, y le dio la tarea de cuidar de ese jardín. Por lo tanto, nuestro primer padre fue un jardinero. En la historia de la cristiandad, muchos son los que han pensado – y aún piensan – que el trabajo es resultado de la Caída; y que la libertad es trabajar poco, ganar mucho, y disfrutar de largas vacaciones. Pero la Escritura nos enseña que una parte importante de haber sido creados a imagen y semejanza de Dios, es ser sus representantes en el oficio que nos corresponde. El trabajo es un regalo de Dios; de modo que glorificamos a Dios con nuestra labor, y encontramos dignidad y realización como personas.
En este sentido, no existen trabajos que sean seculares. Para el cristiano, todo trabajo es un trabajo espiritual. Ya sea trabajando en una oficina, cuidando a un anciano, edificando un hogar, o conduciendo un autobús, el cristiano tiene el llamado y privilegio de hacer su labor para Cristo. Trabajar con excelencia, ser honestos y esforzados, compartir el evangelio, y mostrar el amor de Cristo, es nuestra parte en el oficio en el que Dios nos ha puesto. No es solamente una cuestión de acumular riquezas trabajando, sino de representar a Cristo en lo que hacemos. Cristiano, ¡aprender a pensar así de tu labor! 
Pero para equilibrar un poco esta enseñanza, debemos también reconocer que la Caída ha traído graves consecuencias a la vida laboral. Existe ahora en el trabajo un desgaste improductivo; una continúa sensación de que no somos remunerados como deberíamos. Además, cargamos con el sentimiento esporádico – para algunos periódico – de que lo que hacemos es monótono, aburrido, y carente de significado. Cristiano, a pesar de tales consecuencias, te animo hoy ver tu trabajo, sea cual sea, como una gracia divina; como una gran oportunidad de servir con excelencia a Jesucristo, y dar a conocer su Nombre.

lunes, 21 de abril de 2014

viernes, 18 de abril de 2014

El que se humilla será enaltecido




No debería ser difícil que nos humilláramos pues, ¿qué tenemos de lo que debamos estar orgullosos? Deberíamos ocupar el lugar más bajo sin necesidad de que se nos diga que lo hagamos. Si fuéramos sensatos y honestos seríamos muy poca cosa en nuestra propia opinión. Especialmente delante del Señor, en oración, deberíamos reducirnos a nada. Allí no podemos hablar de mérito, pues no tenemos ninguno: nuestra sola y única apelación ha de ser a la misericordia: “Dios, sé propicio a mí, pecador.”
Aquí tenemos una palabra de ánimo procedente del trono. Seremos enaltecidos por el Señor si nos humillamos. Para nosotros la forma de subir es ir cuesta abajo. Cuando somos despojados del yo, entonces somos vestidos de humildad, y esta es la mejor ropa. El Señor nos enaltecerá con paz y felicidad de mente; Él nos enaltecerá al conocimiento de Su Palabra y a la comunión con Él; Él nos enaltecerá en el gozo del perdón garantizado y la justificación. El Señor otorga Sus honores a quienes pueden llevarlos para honra del Dador.
Él da utilidad, aceptación e influencia a aquellos que no son inflados por estas cosas, sino que más bien son humillados por un sentido de mayor responsabilidad. Ni Dios ni el hombre se interesarán por ensalzar a un hombre que se ensalce a sí mismo; pero tanto Dios como los hombres buenos se unen en honrar una condición modesta.
Oh, Señor, húndeme en el yo, para que pueda ser levantado en Ti..


SPURGEON