miércoles, 26 de septiembre de 2012

Todo lo suyo nos pertenece

"Te daré por pacto al pueblo" Isaías 49:8 Jesucristo mismo es la esencia y la substancia de la alianza, y como uno de los dones de la misma, es Él la posesión de todo creyente. Hermano, ¿puedes apreciar lo que has logrado en Cristo? "En él habita toda la plenitud de la deidad corporalmente". Considera la inmensidad de la palabra de Dios, y luego medita en aquel "hombre perfecto" y en toda su hermosura, peus todo lo que Cristo como Dios y hombre ha tenido o puede tener es tuyo de pura gracia, dado a ti para que sea perpetuamente tu heredada posesión. Nuestro bendito Jesús, como Dios, es omnisciente omnipresente y omnipotente. ¿No te consuela saber que todos estos grandes y gloriosos atributos son completamente tuyos? ¿Jesús tiene poder? Entonces ese poder es tuyo para sostenerte y fortalecerte; para vencer a tus enemigos y preservarte hasta el fin. ¿Jesús tiene amor? Entonces ten presente que no hay en suy corazón una partícula de ese amor que no sea tuyo; puedes sumergirte en el inmenso océano de su amor y decir: "Todo es mío" ¿Jesús tiene justicia? Este parece un atributo severo, sin embargo es tuyo, pues Jesús desea que todo lo prometido en el pacto de la gracia te sea por justicia, enteramente asegurado. Todo lo que El tiene, como hombre perfecto es tuyo. Como hombre perfecto que fue, el Padre se agradó de Él y lo aceptó. Hermano, la aceptación que Dios hizo de Cristo es tu aceptación. ¿No sabes que el amor que el Padre depositó en el perfecto Cristo lo deposita ahora en ti? Lo que Cristo hizo es tuyo. Esa perfecta justicia que Cristo logró cuando por su inmaculada vida, cumplió la ley y la magnificó, es tuya y te es imputada. Cristo está en el pacto. En la tormenta es mi sostén. El pacto que juró y selló. Su amor es mi supremo bien, Su amor que mi alma redimió. Lecturas matutinas (Spurgeon)

lunes, 24 de septiembre de 2012

La oración, nuestro lazo de unión con Cristo

Es interesante observar cuantos pasajes en las Escrituras se ocupan de la oración, dando ejemplos, inculcando preceptos y haciendo promesas. Apenas abrimos la Biblia leemos, " Entonces los hombres empezaron a invocar el nombre del Señor" (Gn 4:26, versión inglesa). Y poco antes de acabar el Libro, hallamos el amén de una ardiente súplica. Hay innumerables ejemplos: Aquí hallamos a Jacob que lucha, allá a Daniel que ora tres veces por día, y más allá a David que clama a Dios con todo su corazón. En el monte vemos a Elías, en el calabozo a Pablo y Silas. Tenemos multitudes de mandamientos y miríada de promesas. ¿Que otra cosa nos enseña esto, sino la sagrada importancia y la necesidad de la oración?. Estemos seguros de que cualquier cosa que Dios ha destacado en su Palabra, desea que ocupe un lugar importante en nuestras vidas. Si ha hablado mucho de la oración, es porque sabe que tenemos necesidad de ella. Tan grandes son nuestras necesidades que hasta llegar el cielo no debemos cesar de orar. ¿No necesitas nada? Temo que no conoces tu pobreza ¿No tienes merced que pedir a Dios? Entonces que la misericordia de Dios te muestre tu miseria. Un alma sin oración es un alma sin Cristo. La oración es el balbuceo del niño en la fe, el clamor del creyente que lucha y la música del santo que agoniza y duerme en Jesús. La oración es la respiración , la consigna, el consuelo, la fortaleza y el honor del cristiano. Si eres hijo d Dios, buscarás el rostro de tu Padre y vivirás en su amor. Pide a Dios te conceda ser ser santo, humilde, celoso y paciente. Ten una comunión más intima con Cristo y entra más frecuentemente en el banquete de su amor. Pídele que te haga un ejemplo y una bendición para otros y que te ayude a vivir más para la gloria del Maestro. "Perseverad en oración. Colosenses 4:2" lecturas Matutinas (Spurgeon)

Boletín

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Arrojándonos confiados, en sus brazos



En mi brazo ponen su esperanza. Isaias 51:5

En tiempos de dura prueba el cristiano no tiene en la tierra nada en lo cual pueda confiar, y por tanto se ve precisado a arrojarse en los brazos de su Dios. Cuando su barco se hunde, y no puede valerse de ningún salvamento humano, debe sencilla y enteramente confiarse a la providencia y al cuidado de Dios. ¡Feliz tormenta la que arroja al hombre sobre una roca como ésta! ¡Bendito huracán, que llevas el alma a Dios y solo a Dios!. A veces no nos allegamos a Dios porque tenemos multitud de amigos, pero cuando un hombre es tan pobre y se ve tan desamparado y desvalido que no puede recurrir a nadie, entonces vuela a los brazos de Dios, y es felizmente recibido en ellos. Y cuando esté sometido a pruebas tan apremiantes y singulares que no las pueda contar a nadie, solamente a Dios, debe estar agradecido por ello, pues aprenderá más de su Señor en esa ocasión que en cualquier otra. ¡Oh, creyente sacudido por la tempestad! , es una prueba afortunada la que te lleva al Padre. Ahora que solo tienes a Dios en quien confiar, procura poner en El toda tu confianza. No afrentes a tu Señor y Maestro con dudas y temores indignos, sino sé fuerte en la fe, dándole gloria. Haz ver al mundo que tu Dios vale para ti más que diez mil mundos; que vean los hombres ricos cuán rico eres, cuando en tu pobreza tienes de ayudador al Señor Dios; que vean los fuertes cuán fuerte eres tu en tu debilidad cuando te sostienen los brazos eternos. Ahora es tiempo para las hazañas de la fe y para las valientes proezas. Sé fuerte y valiente, y el Señor tu Dios, que hizo cielos y tierra, se glorificará en tu debilidad y magnificará su poder en medio de tu aflicción. La magnificencia de la bóveda celeste se perjudicaría si el firmamento descansase en una columna, y tu fe perdería su gloria si descansase en algo visible al ojo carnal. ¡Que el Espíritu Santo te haga descansar en Jesús!

Lecturas Matutinas (Spurgeon)

Boletín





sábado, 1 de septiembre de 2012

No habrá tropiezo para los que aman a Dios y a su Palabra



Mucha paz tienen los que aman tu ley; y no hay para ellos tropiezo. Salmos 119:165


Sí, un amor verdadero al Santo Libro nos proporcionará una inmensa paz cuya frente es Dios mismo. El vivir constantemente en la compañía de la ley de Dios producirá en nuestros corazones una tranquilidad tan grande cual ninguna otra cosa podrá proporcionárnosla. El Espíritu Santo obra por medio de su Palabra como un Consolador cuya bienhechora influencia calma todas las tempestades del alma. Nada es capaz de hacer caer al hombre en quien habita la Palabra de Dios con abundancia. La cruz de cada día es su mayor delicia. Está preparado para la dura prueba, la
cual no es para él una cosa extraña que le deje completamente abatido. Tampoco tropieza en la prosperidad como otros muchos tropiezan, ni cae aplastado bajo el peso de la adversidad,
porque está muy por encima de las circunstancias que le rodean. Cuando el Señor pone delante de su mente algún misterio de la fe que hace decir a otros: «Dura es esta palabra, ¿quién la
puede oír?», el creyente lo acepta sin discutir, porque las dificultades que pueden surgir en su mente se desvanecen ante el temor respetuoso de la ley del Señor, que para él es la autoridad
suprema a la que se somete con alegría. Señor, danos este amor, esta paz y descanso en este día.



Banco de Cheques (Spurgeon)