lunes, 24 de septiembre de 2012
La oración, nuestro lazo de unión con Cristo
Es interesante observar cuantos pasajes en las Escrituras se ocupan de la oración, dando ejemplos, inculcando preceptos y haciendo promesas. Apenas abrimos la Biblia leemos, " Entonces los hombres empezaron a invocar el nombre del Señor" (Gn 4:26, versión inglesa). Y poco antes de acabar el Libro, hallamos el amén de una ardiente súplica. Hay innumerables ejemplos: Aquí hallamos a Jacob que lucha, allá a Daniel que ora tres veces por día, y más allá a David que clama a Dios con todo su corazón. En el monte vemos a Elías, en el calabozo a Pablo y Silas. Tenemos multitudes de mandamientos y miríada de promesas. ¿Que otra cosa nos enseña esto, sino la sagrada importancia y la necesidad de la oración?.
Estemos seguros de que cualquier cosa que Dios ha destacado en su Palabra, desea que ocupe un lugar importante en nuestras vidas. Si ha hablado mucho de la oración, es porque sabe que tenemos necesidad de ella. Tan grandes son nuestras necesidades que hasta llegar el cielo no debemos cesar de orar. ¿No necesitas nada? Temo que no conoces tu pobreza ¿No tienes merced que pedir a Dios? Entonces que la misericordia de Dios te muestre tu miseria. Un alma sin oración es un alma sin Cristo. La oración es el balbuceo del niño en la fe, el clamor del creyente que lucha y la música del santo que agoniza y duerme en Jesús.
La oración es la respiración , la consigna, el consuelo, la fortaleza y el honor del cristiano. Si eres hijo d Dios, buscarás el rostro de tu Padre y vivirás en su amor. Pide a Dios te conceda ser ser santo, humilde, celoso y paciente. Ten una comunión más intima con Cristo y entra más frecuentemente en el banquete de su amor. Pídele que te haga un ejemplo y una bendición para otros y que te ayude a vivir más para la gloria del Maestro. "Perseverad en oración. Colosenses 4:2"
lecturas Matutinas (Spurgeon)