lunes, 16 de julio de 2012

LA ORACION: VERDADERO PODER

Levantemos nuestra mirada a lo alto y dejemos que broten las lágrimas. Oh, Señor, Tú nos has dado un arma poderosa y nosotros la hemos dejado enmohecer. Nos has dado algo tan poderoso como tú mismo, y hemos permitido que esté adormecido. Qué hemos de decir de nosotros cuando Dios nos ha dado poder en la oración –poder incomparable lleno de bendiciones para nosotros, e infinitas misericordias para otros- y tal poder sigue dormido. Has dado a tu pueblo un regalo mejor que el sol, el viento, o la vida y lo tenemos ahí, sin darle el uso debido.

Casi llegamos a olvidar que lo podemos usar. ¡Llora, creyente! Hemos sido derrotados y nuestra bandera yace en el polvo deshonrada por que no hemos orado. Vuelva donde su Dios y confiese que usted se enroló en filas y juró bandera, pero dio la espalda el día de la batalla. Su Espíritu no ha sido conmovido. ¡Despierte! Despierte y asómbrese: usted ha descuidado la oración. Como Jacob, luche con su Dios y la bendición vendrá: la lluvia temprana y la lluvia tardía de su bendición y la tierra producirá a plenitud y todas las naciones lo bendecirán.

Lo desafío a que trate de agotar la generosidad del Maestro

Una vez más levante la vista y regocíjese. Usted no ha buscado el rostro divino pero Dios sigue clamando: “busca mi rostro” (Salmo 27:8 RVR). ¡Qué bendición más grande es que nuestro Maestro en los cielos está siempre listo a oírnos ¡ Que cada vena de su corazón rebose con la rica sangre del deseo, y luche y contienda con Dios empleando sus promesas e invocando sus atributos, y vea si Él no le concede los deseos de su corazón. Lo desafío a que en oración trate de agotar la generosidad del Maestro. Crea que Él es más de lo que es actualmente para usted. Abra su boca de tal manera que Dios no pueda llenarla. ¿Cree que eso es posible? Acérquese a Él ahora en procura de más fe de la que garantizan las promesas. Aventúrese, arriésguese a deshacer lo eterno, si esto es posible. Crea, y vea si creyendo en Dios no lo bendice abundantemente con la uncion del Espíritu Santo mediante la cual usted será fuerte en la oración. El Señor lo escuchara y usted orará como un príncipe conquistador.

Spurgeon