miércoles, 11 de julio de 2012

LAS BIENAVENTURANZAS

Viendo la Multitud subió al monte y sentándose, vinieron a él sus discipulos. Y abriendo su boca les enseñada diciendo: "Bienaventurados los Pobres en espiritu porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque recibirán consolación.Bienaventurados los mansos, porque recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros,mintiendo. »Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes de vosotros. Mateo 5:1:12

La primera palabra del clásico sermón grandioso de nuestro Señor es "Bienaventurados." No habrán dejado de percibir que la última palabra del Antiguo Testamento es "maldición," y es muy sugestivo que el primer sermón del ministerio de nuestro Señor, comience con la palabra "BIENAVENTURADOS." Tampoco comenzó Él de esa manera para luego cambiar de inmediato Su modo de hablar, pues nueve veces salió de Sus labios, en rápida sucesión, esa palabra encantadora. Se ha dicho muy correctamente que la enseñanza de Cristo puede resumirse en dos palabras: "Creed," y "Bienaventurados."

Las Bienaventuranzas que tenemos ante nosotros, que se relacionan con el carácter, son siete; la octava es una bendición para las personas descritas en las siete Bienaventuranzas, en los casos en que su excelencia ha provocado la hostilidad de los inicuos; por tanto, puede ser considerada como una confirmación y un resumen de las siete bendiciones que la preceden. Pensando que la octava es un resumen, consideramos que son siete las Bienaventuranzas, y así nos referiremos a ellas.

Todas las siete describen un carácter perfecto, y constituyen una perfecta bendición. Las siete Bienaventuranzas señalan una caída en la humillación y una creciente exaltación. No están únicamente colocadas una sobre otra, sino que brotan la una de la otra, como si cada una dependiese de todas las que le precedieron. Cada crecimiento alimenta un mayor crecimiento, y la séptima Bienaventuranza es el producto de todas las otras seis. "Bienaventurados los que lloran" surge de "Bienaventurados los pobres en espíritu." ¿Por qué lloran? Lloran porque son "pobres en espíritu." "Bienaventurados los mansos" es una bendición que ningún hombre alcanza mientras no haya sentido su pobreza espiritual, y no haya llorado por ella. "Bienaventurados los misericordiosos" sigue a la bendición de los que son mansos, porque los hombres no adquieren el espíritu de perdón, de simpatía y de misericordia mientras no hayan sido hechos mansos al experimentar las dos primeras bendiciones. Este mismo ascenso y esta misma procedencia pueden ser vistos en las siete Bienaventuranzas. Las piedras son colocadas una sobre otra en hermosos colores, y son bruñidas semejando un palacio; todas son una secuela natural y una consumación, la una de la otra, como lo fueron los siete días de la primera semana del mundo. Noten con deleite, también, que la bienaventuranza está en todos los casos en el tiempo presente, una felicidad que debe ser gozada y disfrutada ahora. No es "Bienaventurados SERÁN," sino "Bienaventurados SON.”

Las siete Bienaventuranzas que componen este ascenso celestial a la casa del Señor, conducen a los creyentes a una elevada meseta en la que habitarán confiados, y no serán contados entre las naciones; su santa separación del mundo atraerá sobre ellos persecución por causa de la justicia, pero no pierden su felicidad, sino que más bien crece, y es confirmada por la doble repetición de la bendición. El odio del hombre no despoja al santo del amor de Dios; inclusive los detractores contribuyen a su bendición. ¿Quién de nosotros se avergonzará de la cruz que debe acompañar esa corona de misericordia y piedades? Independientemente de lo que puedan involucrar las maldiciones del hombre, son un inconveniente tan pequeño ante la conciencia de ser bendecido siete veces más por el Señor, que no son dignas de ser comparadas con la gracia ya revelada en nosotros.


(Spurgeon)