martes, 20 de noviembre de 2012
Dios que sacia y llena el alma
Porque sacia al alma menesterosa. Y llena de bien al alma hambrienta Salmo 107:9
Bueno es tener deseos, y cuanto más fervientes sean, mejor. El Señor saciará los deseos del alma, por grandes que sean, y por mucho que nos preocupen. Deseamos
muchos y Dios dará en abundancia. Nuestro estado de ánimo nunca estará en equilibrio mientras estemos contentos con nosotros mismos y nos sintamos libres de deseos. Esta sed de mayores gracias, estos gemidos indecibles, señales son de crecimiento,
y nuestro anhelo debería ser sentirlos con mayor intensidad. ¡Espíritu bendito, haz que suspiremos y clamemos por cosas mejores! El hambre no es una sensación agradable.
Sin embargo, son bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia. Estas almas no sólo serán aliviadas, sino también saciadas. No se saciarán con un alimento ordinario, sino que su comida será digna de su Señor, porque serán saciadas por el mismo Dios.
Venid, no os entristezcáis porque haya heladas
y venga el hambre. Oigamos la voz del Salmista cuando
desea y ansía ver a Dios engrandecido. «Alaben la misericordia
de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres».