martes, 2 de abril de 2013
SOBRECOGIDOS POR LA ESPERANZA
Por Pedro Blois
Hay textos bíblicos que son muy intrigantes. Aquellos que los leen con atención terminan por pensar: “¿Qué está pasando aquí?”. Uno de esos pasajes lo encontramos en Lucas 24.41, en el que el Señor Jesucristo, después de haber resucitado de entre los muertos, se aparece a sus discípulos. Leemos en el texto: “Y como todavía ellos, de gozo, no creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?”. Concebimos que la incredulidad se deba a razones tales como la ignorancia, el hacer caso omiso a las evidencias, la tristeza, el dolor, y otras razones afines; pero, ¿puede el gozo ser motivo de incredulidad? Parece que sí.
Recuerdo de niño sentir algo similar a los discípulos. En ocasiones, al pedirle a mi padre un regalo que deseaba con ahínco, me afirmaba que era imposible comprarlo a causa de su precio. Entonces, llegado el día de mi cumpleaños, me miraba con una sonrisa, para luego decir: “¿Adivina que hay en el garaje?” Tanta era la alegría sentía en ese momento, que corría de un lado al otro de la habitación gritando con una sonrisa de oreja a oreja: “¡No puedo creerlo! ¡No puedo creerlo! ¿De verdad papá?”. Creo que algo de eso estaban sintiendo los discípulos, al ver que su amado Señor había resucitado de entre los muertos.
Tales son las promesas cristianas, que el sentimiento de sobrecogimiento nos puede llevar a la incredulidad. Ante promesas tales como la resurrección del cuerpo, la eternidad junto a Cristo, la comunión eterna con los que Le aman, el corazón del cristiano tiende a apocarse y no saber cómo responder. Como Sara, ante la promesa de un hijo, a veces nos reímos, pero de incredulidad.
¿Qué hacemos entonces? Hermanos, así como los discípulos, debemos estar cerca del Cristo resucitado. Si bien hoy no le vemos físicamente, podemos hacerlo con la ayuda del Espíritu Santo y la Palabra. Solamente al considerarle a Él: “nuestra garantía en gloria, la firme ancla de nuestra fe”, podemos fortalecernos en una tan gloriosa esperanza.