lunes, 20 de mayo de 2013

NECESITAMOS EL ESPIRITU SANTO



Por Pedro Blois

Quiero que meditemos brevemente en tres lecciones extraídas de la venida del Espíritu Santo sobre Jesús en su bautismo, en la inauguración de su ministerio público. La primera, es que todo el ministerio de Jesús fue realizado en la plenitud y el poder del Espíritu Santo. Como hombre, Jesús cumplió la misión del Padre por el poder del Espíritu. ¿Cuánto más nosotros no deberíamos pedir la presencia y ayuda del Espíritu Santo? Es imposible vivir la vida cristiana, y hacer la obra del ministerio, aparte del precioso Consolador.
En segundo lugar, en la Persona de Jesucristo, apreciamos el infinito manantial del que fluye el Espíritu. El Espíritu Santo de Dios viene, llena, y actúa, en la vida de aquellos que descansan confiados en Jesús. No existen pases de magia, ni oraciones misteriosas, por las que seamos investidos de poder. La preciosa Persona del Espíritu Santo viene por medio de la fe en Cristo. Dónde hay un hombre o una mujer que se gozan en el glorioso Salvador, allí está el Espíritu Santo.
En tercer lugar, en la Persona de Jesucristo, vemos cómo es alguien  que vive en la plenitud del Espíritu. Dependiendo de nuestro énfasis bíblico, y de nuestras propias vivencias con Dios, podemos tener determinados conceptos de cómo luce alguien lleno del Espíritu Santo. Unos piensan en quietud y reverencia; otros en denuedo y poder; otros, en la manifestación de dones sobrenaturales; a otros les viene a la mente la ternura y la condescendencia. Pero al considerar a Jesucristo, tenemos la medida exacta de un hombre lleno del Espíritu Santo – todas estas cualidades, y otras, en perfecta armonía. Y hermanos, la preciosa noticia es que el Espíritu Santo viene a hacernos más como Cristo. ¡Oremos por la plenitud  del Espíritu Santo!