POR PEDRO BLOIS, :
“Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que
lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto” Juan 15.2b. Esta semana
escuché un sermón del pastor John Piper, en el que destaca que es obra del
Padre limpiar y podar su viña. Él es el labrador (v.1), quien tiene una doble
tarea: En primer lugar, quitar a todos aquellos que, confesándose creyentes, no
dan frutos genuinos de conversión. Siempre habrá en medio del pueblo de Dios,
aquellos que, ya sea por libertinaje, u orgullo religioso, hacen poco favor a
la causa de Cristo. Este texto nos consuela al afirmar que el Padre se
encargará de tales personas.
Pero además, se nos enseña que Él viene a podar a aquellos que ya están
dando fruto. En otras palabras, Él se encarga de traer el quebranto
necesario a la vida de sus hijos, para que el dulce aroma de Cristo sea más y
más apreciado en ellos. De esto aprendemos que buena evidencia de una fe verdadera, es vivir el proceso de poda.
Cuando no hay poda, no hay fe genuina. Si el Padre nos ama, y somos sus hijos,
su dulce y preciosa disciplina estará sobre nosotros.
Dicho esto, hemos de ser sabios para reconocer que hay
tiempos de poda, y tiempos de fructificar. No es inteligente buscar manzanas en
un manzano que ha sido podado el día anterior. El quebranto quebranta, y hemos de ser pacientes en
el dolor. En medio a la poda, sabio es vivir
el dolor en paciente quietud, sabiendo que el día llegará, y ¡habrá frutos en
abundancia! Iglesia, oro para que cada uno de nosotros aprenda a vivir con
gozo, paciencia, y quebranto, la poda del labrador.