jueves, 26 de marzo de 2015

"El respirar de la fe"




Por Pedro B. Blois     

La oración es el respirar de la fe. De donde el que cree, ora. El hombre que carece de ferviente y perseverante oración, da síntomas de un mal mucho más profundo de lo que imaginaba: debilidad, o completa carencia de la fe. La oración nace de la fe, en la medida en la que proclama tres convicciones del alma. La primera, que somos completamente insolventes en aquellas cosas que más necesitamos; de aquellas que tienen que ver con nuestra comunión con Dios, el amor al prójimo, y el bien último de nuestras almas. El que ora, reconoce que no hay poder, sabiduría, o virtud humana, capaz de alcanzar el favor divino.La  segunda, que Dios es todo-suficiente. El que ora reconoce en Dios toda plenitud. La oración nace de un corazón que encuentra en Dios infinita provisión para su infinita carencia. En tercer lugar, el que ora reconoce que toda la provisión divina, está a su disposición. En Cristo, el Padre nos provee de todo bien, cual ríos de gracia que de continuo vienen sobre nosotros. El cristiano confía en que Dios está a su favor, y ora. Por eso hermano, no dejes de orar. Recuerda siempre tu insolvencia, la provisión que hay en Dios, y su buena disposición en Cristo – y ora, ora, ora.