Por Pedro B.Blois
Nadie jamás ha logrado curarse de una enfermedad, por el
solo hecho de considerarla. Es necesario acudir al doctor, y tomar la medicina.
En el ámbito espiritual, la dinámica es la misma. Nadie puede negar que la introspección saludable tenga un lugar
importante en la vida cristiana. Abundantes textos bíblicos nos hablan de la
necesidad de examinarnos a nosotros mismos. Pero su función es temporal y
limitada. La introspección está
diseñada para advertirnos de que existe
una enfermedad, y para darnos el
diagnóstico de ella.
Una vez el hombre reconoce la realidad del pecado, y puede
determinar su naturaleza (esto solo ocurre cuando la introspección acontece
bajo la luz de las Escrituras y con la ayuda del Espíritu Santo), entonces es hora de acudir al médico, de acudir
a Jesucristo. Cristiano, hay en la sangre derramada perdón para cada pecado.
Aún en el cristiano, cada expresión de pecado es fea, y lleva en sí la simiente
de muerte – pero su sangre es eficaz
todos los días, el tiempo entero. Además, hay en sus promesas vigor para vencer el pecado a cada día. En los días en los
que arrecia la batalla, miremos a Cristo, y descansemos en sus promesas.