Por Pedro B. Blois
Existen períodos en la vida cristiana, en los que aquellas verdades que una vez llenaron el alma con gran alegría, parecen distantes y sin sabor. La Biblia, que le era al alma lo que el café al cuerpo, ahora parece más una hierba amarga que hay que tomar aunque no apetezca. ¡Qué terrible condición! ¡Qué triste es este estado para el hijo de Dios! Puesto que este es un asunto que debe preocuparnos, nos hacemos la pregunta: ¿Qué podemos hacer ante el embotamiento del alma? ¿Qué hacer para que la verdad tenga nuevamente sabor?
Esta cuestión tiene muchas e importantísimas respuestas. Cuestiones como pecados prevalecientes, falta de comunión con los hermanos, dolores agudos del alma, ataques violentos de Satanás, nos llevarían a distintas respuestas. Pero hoy quiero recordarte el mejor remedio para el embotamiento del alma: la oración. Hermano, ora, ora, ora. Y no hablo de la típica oración de 5 min. antes de dormir. Ora con perseverancia. Ora hasta que veas que los ojos se abren. Ora hasta que los rayos del Espíritu de Dios derritan la dureza del corazón, y la verdad sea nuevamente dulce al paladar. Por el bien de tu alma, te ruego hermano: ora.