“Estad siempre gozosos” (1 Ts 5:16). El apóstol Pablo termina su primera carta a los tesalonicenses con varias exhortaciones, entre ellas sorprende la de estar siempre con gozo. En un principio pudiera parecer que el gozo en la vida cristiana es solamente una opción, la Palabra nos enseña que es un mandato. Pablo, en su carta a los filipenses lo deja muy claro, “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Fil 4:4).
El gozo, por tanto, no es un complemento opcional a nuestra obediencia a Dios, no debemos de pensar en él como un “extra” que puede o no estar, sino como un elemento indispensable para responder al llamado de Dios sobre nuestras vidas, que no es otro que el de encontrar en Él una fuente de interminable gozo y deleite. ¿Estás regocijándote en el Señor, o por el contrario estás viviendo una vida religiosa en cuya obediencia no hay gozo? El evangelio nos presenta al Cristo que vivió y murió en nuestro lugar otorgándonos comunión con Dios. ¡Regocíjate en el Señor, deléitate en Él!