viernes, 22 de enero de 2016

¡Mira a Cristo! ¡Medita en su Palabra!


Por Pedro B. Blois        

Hace unos días estaba aconsejando a una persona que estaba pasando por graves problemas familiares. Después de una serie de consejos bíblicos aplicados a la situación, llegó el momento de decirle lo que todo pastor termina diciendo en una consejería bíblica: “hermano, ¡tienes que mirar a Cristo!”. La dificultad la enfrenté cuando esta persona me respondió: “¿Y cómo miro a Cristo?”. Le di una respuesta razonable a su pregunta, pero salí del lugar meditando en esta cuestión: ¿Cómo miramos a Cristo? ¿Qué significa en nuestros días poner nuestros ojos en el Señor? ¡Considerando que Él está sentado en su Trono en el Cielo!

En 2 Corintios 3.18 leemos: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” Aquí el apóstol Pablo nos habla de ver la gloria del Señor, de mirar a Cristo como en un espejo. Pero, ¿cómo lo hacemos? ¿Dónde está ese espejo? En todo el contexto de este versículo el apóstol nos está hablando de la Escritura – tanto del Antiguo como del Nuevo Pacto. Pablo nos dice que si queremos ver a Cristo, lo veremos en su Palabra. Decir que debemos mirar a Cristo, es lo mismo que decir: ¡Considera la Palabra, medita en ella, tenla en tu mente y corazón! Cuando nos acercamos a la Palabra, el Espíritu Santo de Dios nos permite ver la gloria de Cristo, y nos hace a cada día más parecidos a Él. Por eso hermano, ¡mira a Cristo! ¡Medita en su Palabra!