“… porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó” (1 Juan 1.2). En este versículo Juan hace referencia a Jesucristo como “la vida” y “la vida eterna”. Jesucristo es esa vida eterna que se hizo presente, que vivió y caminó entre los hombres. Pero, ¿a qué se refiere Juan con el término “vida”? ¿Cómo entenderlo? Comencemos por decir que no se trata de la mera existencia biológica. ¡Eso Juan lo conocía antes de ver a Jesucristo! No, nada de eso…
Para Juan, vida es comunión con Dios, verdadero conocimiento y deleite en Dios. Eso es lo que Jesucristo disfrutaba con el Padre desde antes del principio de los tiempos – Él estaba “cara a cara” con el Padre. Cuando Juan veía a Jesucristo, él veía “vida”, una clase de vida superior, algo ante lo que la mera existencia era muerte, sombra y oscuridad. Y es esta vida – verdadera comunión con Dios – la que Jesús otorga a todos aquellos que creen en Él.
Como canta el salmista: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”. Salmos 16.11