En cierta ocasión
el Señor Jesús tuvo que reprender a Pedro porque éste le invitaba
a sortear la cruz y evitar así dicho sufrimiento (Mt 16:23). Poco
después lanzó a sus discípulos las siguientes preguntas: ¿Qué
aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? (Mt 16:26).
Jesús, con estas
cuestiones, quiere hacernos reflexionar sobre si realmente merece la
pena desatender, y consecuentemente perder, nuestra alma, con el fin
de poder alcanzar cualquier otra cosa, por muy valiosa que sea.
La respuesta a la
luz de la eternidad es rotunda, no cambies tu alma por absolutamente
nada, aunque te puedan ofrecer el mundo entero. Pero, ¿cómo puedo
entonces evitar cometer semejante absurdo y dramático error?
Justo antes, Jesús nos llama a entregar nuestra propia vida por
causa de Él, para así precisamente poder salvarla (Mt 16:25).
Entrega tu vida a Cristo, dedica tiempo personal a estar con Él, a
conocerle a través de la oración y la Palabra, y a servirle allá
donde Él te pone. No hay mayor tragedia que la de entregar nuestra
alma por ganar las cosas de este mundo, pero tampoco hay mayor
acierto que el salvar nuestra alma al entregar nuestras vidas a
Cristo. ¡No te dejes engañar y cuida tu alma llevándola a los pies
del Señor Jesús!