lunes, 29 de octubre de 2012

Veremos el rostro de Dios

En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza. Salmos 17:15 La heredad de las gentes del mundo alimenta sus cuerpos y enriquece a sus hijos; mas la heredad del creyente es de otra clase. Los hombres del mundo cifran su tesoro en la tierra, mas los hombres del siglo venidero miran más lejos y más alto. Nuestra posesión es doble. Tenemos la presencia de Dios aquí, y su semejanza, después. Aquí vemos el rostro del Señor en justicia, porque en Cristo Jesús somos justificados. ¡Qué gozo ver el rostro de un Dios reconciliado! La gloria de Dios, vista en el rostro de Jesucristo, nos trae el cielo a la tierra; mas allá arriba será el cielo de los cielos. Hay más todavía: seremos transformados en aquello que contemplamos. Dormiremos algún tiempo, y después despertaremos para convertirnos en espejos que reflejen la gloria de nuestro Señor. La fe ve a Dios con una mirada que transforma. El corazón recibe la imagen de Jesús en todas sus profundidades, y su carácter queda impreso en el alma. Esta es una verdadera satisfacción. Ver a Dios y ser semejante a Él. ¿Qué más podré desear? La confianza cierta de David se trocó,por el Espíritu Santo, en una promesa del Señor. La creo, la espero. Señor, concédemela. Amén. Libro de Cheques (Spurgeon)