martes, 30 de abril de 2013

El niño Jesús y sus convicciones


 Predicación del domingo 28/4/13
Predicador- Pedro Blois
Texto. Lucas 2: 41-52


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miércoles, 24 de abril de 2013

El desglosar de una tan gloriosa salvación

 Aquí podéis escuchar la predicación en audio clic aquí
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A continuación tenéis el bosquejo de la predicación-


  Por Pedro Blois

martes, 9 de abril de 2013

NACIDO Y EDUCADO, FORMADO PARA SER UN PROFETA



Predicación del domingo 7/4/13
Pastor Guillermo Blois
Lucas 1:57-80
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LA ORACION EFICAZ


¿Con qué se podrían comparar las plegarias de Daniel? Me parece a i que en intensidad eran como truenos y relámpagos a las puertas del cielo. ”Oh, Altísimo, Tú me has traído hasta este punto así como llevaste a Jacob al vado del río Jaboc, y tengo la intención de estar contigo toda la noche y luchar hasta que llegue el alba. No  puedo dejarte y no te dejare hasta que me bendigas “(Génesis 32:26). Ninguna oración producirá una respuesta inmediata, si no es una oración ferviente. “La oración del justo es poderosa y eficaz” Santiago 5:16, pero si no es ferviente no podemos esperar que sea eficaz. Tenemos que evitar  el lenguaje florido.  Debemos de pedirle a Dios que derrita las congeladas cavernas de nuestra alma, y que convierta nuestros corazones en hornos de fuego ardiendo  siete veces más. Si nuestros corazones no arden, quizás nos preguntemos si Jesús está con nosotros. Él ha amenazado con vomitar de su boca a quienes no son fríos ni calientes, apocalipsis 3:16. Si es cierto que Él es “fuego consumidor”, no tendrá comunión con nosotros hasta que nuestras almas crezcan, maduren  y se conviertan también en “fuego que consume”.
¡Ah, por un poderoso clamor! ¡Un clamor! ¡Que estremezca los ámbitos celestiales! ¡Un clamor que abra las puertas del cielo! ¡Qué sea  irresistible para Dios! ¡Un clamor que los santos eleven juntos en amor y llenos en amor y llenos de pasión santa!
Deja que Dios arroje la piedra en el pozo estancado de su iglesia y podamos ver como las ondas del avivamiento son expandidas a través de todo el mundo. El reino de Dios se extenderá y verán días de refrigerio y fluyendo  de la presencia  del Señor. Permítanme decir ahora ante su vista que aun si a Él no le place oírnos al comienzo de nuestra suplica, es nuestro deseo esperar en Él hasta que lo haga. Aun permaneces escondido tras las montañas, pero esperaremos por Ti como aquellos que esperan la mañana. ¡Pero no te tardes Dios, nuestro!

martes, 2 de abril de 2013

En el camino a Emaus

Predicación del pastor Pedro Blois
Domingo 31 de marzo de 2013
Texto: Lucas 24:13-34
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SOBRECOGIDOS POR LA ESPERANZA


Por Pedro Blois


Hay textos bíblicos que son muy intrigantes. Aquellos que los leen con atención terminan por pensar: “¿Qué está pasando aquí?”. Uno de esos pasajes lo encontramos en Lucas 24.41, en el que el Señor Jesucristo, después de haber resucitado de entre los muertos, se aparece a sus discípulos. Leemos en el texto: “Y como todavía ellos, de gozo, no creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?”. Concebimos que la incredulidad se deba a razones tales como la ignorancia, el hacer caso omiso a las evidencias, la tristeza, el dolor, y otras razones afines; pero, ¿puede el gozo ser motivo de incredulidad? Parece que sí.
Recuerdo de niño sentir algo similar a los discípulos. En ocasiones, al pedirle a mi padre un regalo que deseaba con ahínco, me afirmaba que era imposible comprarlo a causa de su precio. Entonces, llegado el día de mi cumpleaños, me miraba con una sonrisa, para luego decir: “¿Adivina que hay en el garaje?” Tanta era la alegría sentía en ese momento, que corría de un lado al otro de la habitación gritando con una sonrisa de oreja a oreja: “¡No puedo creerlo! ¡No puedo creerlo! ¿De verdad papá?”. Creo que algo de eso estaban sintiendo los discípulos, al ver que su amado Señor había resucitado de entre los muertos.
Tales son las promesas cristianas, que el sentimiento de sobrecogimiento nos puede llevar a la incredulidad. Ante promesas tales como la resurrección del cuerpo, la eternidad junto a Cristo, la comunión eterna con los que Le aman, el corazón del cristiano tiende a apocarse y no saber cómo responder. Como Sara, ante la promesa de un hijo, a veces nos reímos, pero de incredulidad.
¿Qué hacemos entonces? Hermanos, así como los discípulos, debemos estar cerca del Cristo resucitado. Si bien hoy no le vemos físicamente, podemos hacerlo con la ayuda del Espíritu Santo y la Palabra. Solamente al considerarle a Él: “nuestra garantía en gloria, la firme ancla de nuestra fe”, podemos fortalecernos en una tan gloriosa esperanza.