Aún en un mundo tan secularizado y pluralista como el nuestro, la navidad sigue siendo un hito dentro de las culturas occidentales. Sean cuales sean las creencias, este es un tiempo de compartir buena comida alrededor de una mesa, y dar regalos a por doquier. Pero hay un fenómeno que también es común a estas fechas, y es una cierta tristeza, nostalgia podríamos decir, que acongoja el corazón de muchos. Podemos referirnos a ello como “la melancolía de la navidad”.
Algunos consideran que tal condición del alma afecta a personas que no tienen familia, o que pasan por momentos de sufrimiento singular. Si bien esto es cierto, parece que estamos ante un fenómeno más amplio, sentido también por aquellos que tienen un bello entorno familiar. Muchos de estos, se acercan a estas fechas con grandes expectativas, para sentir que un año más las mismas no fueron satisfechas. ¿A qué puede deberse tal condición del alma? ¿Por qué esta melancolía?
La navidad parece recordarnos que las ansias más profundas del alma, no se sacian ni con lo más bello de esta tierra. Familia, buena comida, regalos, la compañía de amigos cercanos, parecen apuntar a una alegría que está más allá, una alegría que no llegamos a alcanzar. Pero tal melancolía no es mala, y encuentra su sanidad en la propia navidad. La navidad anuncia que esta alegría, que no podemos alcanzar, ha venido a nosotros en la persona de Jesús. Acude a él en estas navidades, y la melancolía dará lugar a una eterna y gloriosa esperanza.